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Lección 02 3er Trimestre – La zarza ardiente – Sábado 12 de Julio 2025

Apóyenos para sacar mas contenido.

Sábado, 5 de julio

La zarza ardiente
Lee para el estudio de esta semana:
Éxodo 18:3, 4; Éxodo 3:1–22; Génesis 22:11, 15–18; Éxodo 6:3; Joel 2:32; Éxodo 4:1–31; Génesis 17:10, 11.

Para memorizar:
«El Señor le dijo: “He visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, he oído el clamor que les arrancan sus opresores, pues conozco sus angustias. Y he descendido a librarlos de mano de los egipcios, y a sacarlos de este país para llevarlos a una tierra buena y espaciosa, que mana leche y miel”» (Éxo. 3:7, 8).

El llamado que Dios nos hace cambia el rumbo de nuestra vida. Si seguimos ese llamado, descubriremos que el camino de Dios es siempre la mejor opción para nosotros. Sin embargo, a veces aceptar ese llamado no es fácil al principio.

El primer paso es reconocer el llamado de Dios. Apocalipsis 3:21 dice que Él nos llama con su Palabra. A decir verdad, esto fue lo primero que Moisés oyó cuando Dios le iba a dar su misión, si quería aceptarla. De en medio del fuego solo salía la Palabra de Dios, quien lo comisionó. Para comisionarlo, lo primero que hizo Dios fue recordarle la historia de su pueblo, la condición en que se hallaba bajo la opresión del enemigo. Así, todo el que estudia la historia de la iglesia y de la humanidad en las profecías está oyendo la voz de Dios para saber la condición de su pueblo en la Tierra y cómo el enemigo los buscaba destruir mediante la opresión.

Solo cuando entendemos la misión del mensaje (tercer ángel, en este caso), comprendiendo nuestra historia como pueblo y su misión, es cuando recién podemos ser comisionados por Dios. Nadie que no entienda la historia y la misión de la iglesia está capacitado para llevar el mensaje a otros como líder. Otra cosa es la obra individual, como la de la mujer samaritana.


Domingo, 6 de julio

La zarza ardiente

Moisés fue a parar a la casa de Jetro, quien sería su suegro.

Mientras estuvo allí, escribió el libro de Génesis y Job. (Moisés también recibió de Dios vislumbres cruciales acerca del Gran Conflicto, la Creación, la Caída, el Diluvio, la historia de los patriarcas y, lo más importante, el plan de salvación. Por lo tanto, desempeñó un papel decisivo para comunicar a toda la humanidad el verdadero conocimiento del Dios vivo, nuestro Creador y Sustentador.)

Éxodo 3:1
Durante el tiempo en que Moisés estuvo en el desierto de Madián con su suegro y su esposa Séfora, se dedicó a pastorear. Gracias a esto, se preparó para pastorear al pueblo de Dios. Él había sido formado como un guerrero, algo que le serviría más adelante al enfrentar a las naciones cananeas. Pero necesitaría mucha paciencia para poder conducir a espíritus insubordinados y rebeldes que no habían recibido la educación necesaria para caminar hacia Canaán.

Mientras pastoreaba, llegó hasta el monte Horeb. Así mismo guiaría al pueblo de Dios hasta su Templo Santo, o Monte Santo (Isa. 2:2, 3), donde recibirían la guía de Dios desde el monte Horeb, para obtener el razonamiento que los conduciría a la Tierra Prometida. La Ley de Dios y sus enseñanzas guiarían al pueblo, y Dios los educaría y los moldearía.

Éxodo 3:2
Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.

El fuego
En el monte, Dios se le apareció en forma de fuego en la zarza que ardía, símbolo de la Palabra de Dios (Jer. 23:29).

El ángel
Este ángel era el mismo Dios. A Jesús se le menciona varias veces como el Ángel de Jehová.

La zarza
La zarza simbolizaba que Dios hablaría a Moisés para comunicar su mensaje al pueblo.

Dios llama a Moisés
Cuando Moisés se acercó a la zarza para verla, oyó la voz de Dios que lo llamó. Era su llamamiento a la obra de Dios (Éx. 3:1–4).

El calzado
Dios le dijo: “No te acerques sin quitarte el calzado de los pies”. Pablo dice que el calzado es el evangelio (Efe. 6:15), por lo tanto, el calzado de Moisés representaba las ideas preconcebidas con las que no se podía mezclar la pureza de Dios. Así que, antes de recibir la Palabra de Dios, debía asegurarse de aprender lo nuevo de Dios: un nuevo comienzo de conocimiento, un nuevo nacimiento. El lugar de la Palabra de Dios es santo (Juan 17:17) y no debía mezclarse con razonamientos humanos errados (Éx. 3:5).

Éxodo 3:6
Dios le hizo mención de Abraham, Isaac y Jacob, citando a los fieles anteriores, los padres guiados por Él. Así mostró que era el Dios verdadero. Esto era como citar las Escrituras para Moisés. Inmediatamente reconoció a Dios y se humilló. Podrían haber sido seres falibles, pero Dios los condujo, y la verdad fue transmitida por medio de ellos.

Moisés necesitó ochenta años antes de que Dios lo considerara preparado para su tarea. ¿Qué nos puede enseñar esto acerca de la paciencia y el tiempo de Dios en nuestra vida?


Lunes, 7 de julio

El ángel del Señor

«El ángel del Señor» apareció a Moisés «entre las llamas de una zarza ardiente» (Éxo. 3:2, NVI). Fue Jesús mismo quien habló a Moisés «desde la zarza» (Éxo. 3:4).
En muchos casos, «el ángel del Señor» se refiere en la Biblia a una persona divina (analiza, por ejemplo, Gén. 22:11, 15–18; 31:3, 11, 13; Jue. 2:1, 2; 6:11–22; Zac. 3:1, 2). Cuando es así, el ángel del Señor no solo habla en nombre de Dios, sino que es el Señor mismo. Jesús es el mensajero de Dios para comunicarnos la Palabra del Padre.

Lee Éxodo 3:7–12

¿Por qué Dios llama “su pueblo” a los hijos de Israel?
Porque eran descendientes de aquellos con quienes Dios pactó. Luego, le hace saber a Moisés la condición en que se encuentra su pueblo en Egipto y el abuso contra ellos, y le dice que ha decidido libertarlos. Es decir, Dios mismo los libertaría, pero lo haría utilizando a Moisés. Moisés sería el libertador visible.

La humildad de Moisés
Cuarenta años antes, Moisés esperaba este llamado. Ahora lo veía muy por encima de su capacidad. Entendía que llevar adelante esta obra no era como él creía. Con humildad preguntó por qué lo había elegido a él. Dios le prometió que lo guiaría y que no debía temer. Moisés debía entender que Dios se encargaría de todo, y que él solo sería su asistente.

El peligro de la autosuficiencia
Muchos piensan que cambiar el mensaje y ganar mucha gente para la iglesia ayudará a terminar la obra. Pero esta autosuficiencia retrasa todo. Que Moisés, cuarenta años antes, se creyera autosuficiente pero sin preparación, retrasó la obra de Dios treinta años más.

Muchos hoy quieren terminar la obra de Dios sin estar preparados con la verdad para este tiempo del tercer ángel. No anuncian la profecía que denuncia a la bestia y su imagen, pero creen que pueden hacerlo. Corren sin ser enviados, anunciando cosas que no son las profecías de Daniel y Apocalipsis, y siguen retrasando la obra.

Creen que la lluvia tardía los hará hablar lo que no estudiaron ni anunciaron. Pero cuando aprendan a humillarse como Moisés, dándose cuenta de su necesidad de primero aprender la verdad para este tiempo, y solo después salir a anunciarla, Dios los utilizará.

“Ahora tenéis la oportunidad de alcanzar el mayor poder intelectual a través del estudio de la Palabra de Dios. Pero si sois indolentes, y dejáis de cavar profundamente en las minas de la verdad, no estaréis preparados para la crisis que pronto os sobrevendrá. ¡Ojalá que comprendierais que cada momento es de oro! Si vivís de cada palabra que procede de la boca de Dios, no seréis encontrados desprevenidos.”
—The Review and Herald, 26 de abril de 1892

Apoc. 3:10
¿Por qué es tan importante la humildad y el sentido de la propia “indignidad” para quien pretenda seguir al Señor y hacer algo por Él?

Martes, Julio 08
El nombre del Señor
Lee Éxodo 3:13 al 22. ¿Por qué quería Moisés conocer el nombre de Dios y qué significa su pedido?

Dios se presenta a Moisés como ehyeh asher ‘ehyeh, que significa literalmente: «Yo seré quien seré» o «Yo soy quien soy». En Éxodo 3:12, Dios utiliza el mismo verbo (ehyeh) que en el versículo 14, cuando dice a Moisés: «Estaré (ehyeh) contigo». Esto significa que Dios es eterno. Es el Dios trascendente y, a la vez, cercano, que habita con los «contritos y humildes de espíritu» (Isa. 57:15).

Jesús mismo contestó esta pregunta y dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Jn 14:6). El camino es la ley de Dios; su Palabra es la verdad y la vida (Jn 6:63). Dios es todo lo que la Palabra dice que es. Yo soy te ha enviado. La Palabra te ha enviado. Les dirás. Jesús mismo declaró que Él era el Verbo, la Palabra. «Como el Padre me ha enviado, así también yo os envío» (Jn 20:21). «Por tanto, id» (Mt 28:19). «Yo estaré contigo», le dijo a Moisés. Es decir, yo soy en ti. Mi Palabra en ti. Lo que te he dicho dirás, y lo que digo será lo que se hará.
«Yo les he dado tu Palabra… para que sean uno con nosotros» (Jn 17:14, 22). «El que es enviado de Dios, las palabras de Dios habla» (Jn 3:34).

Por eso, el nombre de Dios es su ley (Éx. 33:18, 19), todo su bien (Ro. 7:12) y su evangelio (Mt. 18:20). Por medio de esta Palabra, Dios es cercano a nosotros. Toda su Palabra es su pacto o alianza con su pueblo. Los que se unen con su Palabra están unidos en pacto con Dios. Por eso, relacionarse con Dios es relacionarse con su Palabra.

Su pacto es un pacto de vida (Mal. 2:7, 8), y la vida es la inmortalidad. La inmortalidad es el amor. El amor es lo opuesto a la muerte. Dios es la Palabra, Dios es la inmortalidad, Dios es amor (1 Jn 4:8).

¿Cómo has experimentado en tu propia vida la cercanía de Yahvé y la intimidad que desea tener con quienes se entregan a Él?

“No sabéis adónde seréis llamados a dar vuestro testimonio en favor de la verdad. Muchos deberán comparecer ante asambleas legislativas; algunos tendrán que presentarse ante reyes y ante los sabios de la Tierra, para dar razón de su fe. Los que solo tienen un conocimiento superficial de la verdad no estarán capacitados para exponer claramente las Escrituras, y dar razones definidas respecto de su fe. Se confundirán y no serán obreros que no tienen de qué avergonzarse. Nadie se imagine que no necesita estudiar porque no debe predicar en el púlpito. No sabéis lo que Dios puede requerir de vosotros.”
Fundamentals of Christian Education, p. 217.


Miércoles, Julio 09
Cuatro excusas
Lee Éxodo 4:1 al 17. ¿Qué señales permitió Dios que Moisés realizara para reforzar así la posición de este como su mensajero?

Moisés trató nuevamente de rehuir la tarea que Dios le encomendaba (ver Éxo. 3:11). No quería ir a Egipto y enfrentarse al faraón. Después de todo, ya había fracasado antes cuando intentó, por su cuenta, ayudar a los hebreos.

El problema de Moisés era a causa de haberse adelantado hace 40 años, y que le haya salido todo mal. La falta de preparación para la labor lo hizo llevar a cabo acciones celosas sin conocimiento suficiente. Fanatismo (Ro. 10:2). Muchos que han intentado hacer lo mismo y no estudiaron correctamente las profecías para este tiempo han fracasado en la presentación de la verdad, y ahora concluyen en que no les creen. Como Moisés, ni aunque vean señales delante de ellos quieren aceptarlas, por su orgullo de reconocer su error.

Dios le mostró señales a Moisés de que estaría con él: la vara se convirtió en serpiente, la mano en leprosa y sanada, y el agua en sangre. Pero, aun así, declara que no sabe hablar bien. Entonces Dios le recuerda que Él dio la lengua al hombre y lo puede hacer hablar bien. Frente a esto, Moisés pone la última excusa: “Manda a quien tengas que enviar, no a mí”. Esto enojó a Dios. Ya no era imposibilidad humana, era rebelión. Entonces Dios le dijo: “Muy bien, otro lo hará por ti. Será tu hermano”. Moisés tuvo que someterse a esta última decisión de Dios.

Así mismo, cuando hoy no hacen la obra quienes deben hacerla, por su orgullo de no reconocer que hicieron mal las cosas antes y por eso fracasaron, prefieren rehusar llevar el mensaje presente del tercer ángel contra el faraón moderno (la bestia), su gobierno y sus falsos profetas (su imagen). Y cuando Dios se enoja y les dice que otros, como Aarón, llevarán el mensaje ya que ellos son tartamudos con la verdad, deberían reaccionar como Moisés: humildes y dejar que otros lo hagan.

Lo malo sería que, además, no quieran que otros lo hagan y los acusen de males que ellos mismos, por no haber educado correctamente, cometen como errores. Y les buscan hasta el mínimo error para evitar que Dios los elija.

Finalmente, Moisés acepta en silencio el llamado y pide a Jetro su bendición antes de partir hacia Egipto.

Jueves, Julio 10
La circuncisión
Lee Éxodo 4:18 al 31. ¿Cómo entendemos esta extraña historia y qué lección podemos extraer de ella?

La circuncisión era entonces la señal del pacto con Abraham. Al no cumplir Moisés con este acto, estaba quitando las bendiciones a su hijo por pedido de su mujer, Séfora, quien tuvo parte de culpa en la acción de Moisés. Ella debía ser pulida antes de ir a Egipto, y él debía aprender a no permitir que su mujer lo dominara en las decisiones relacionadas con el servicio a Dios. Si Moisés hubiera ido así a Egipto, no habría podido ser ayudado por los ángeles en la tarea de hacer lo correcto porque es correcto. Al haber sido complaciente con su mujer, habría sido lo mismo con el pueblo y con Faraón. Moisés mismo hubiera sido llamado padre de un incircunciso, y el pueblo no le habría creído.

Así también, para hoy, la señal del pacto es el día de reposo del Señor, anunciado por el tercer ángel. Y si esta verdad no es exaltada, se trata de un deber conocido que no se está cumpliendo. Cuando llegue el tiempo de angustia, aquellos que no tengan el sello de Dios no serán protegidos por los ángeles del Señor, pues ninguno que no guarde el sábado será aceptado. La bestia no aceptará a quienes se nieguen a adorarla, bendiciendo el falso día de reposo.


Viernes, Julio 11
Para estudiar y meditar
Lee el capítulo titulado «Moisés» en el libro Patriarcas y profetas, de Elena G. de White, pp. 227-231.

«Mientras se alejaba de Madián, Moisés tuvo una terrible y sorprendente manifestación del desagrado del Señor. Se le apareció un ángel en forma amenazadora, como si fuera a destruirlo inmediatamente. No le dio ninguna explicación; pero Moisés recordó que había desdeñado uno de los requerimientos de Dios y, cediendo a la persuasión de su esposa, había dejado de cumplir el rito de la circuncisión en su hijo menor. Falló en cumplir con la condición que podía dar a su hijo el derecho de recibir las bendiciones del pacto de Dios con Israel; y tal descuido de parte del jefe elegido no podía menos que menoscabar ante el pueblo la fuerza de los preceptos divinos. Séfora, temiendo que su esposo moriría, realizó ella misma el rito, y entonces el ángel permitió a Moisés continuar la marcha. En su misión ante el faraón, Moisés iba a exponerse ante un gran peligro; su vida podría conservarse únicamente mediante la protección de los santos ángeles. Pero no estaría seguro mientras tuviera un deber conocido sin cumplir, pues los ángeles de Dios no podrían protegerlo. En el tiempo de la angustia que vendrá inmediatamente antes de la venida de Cristo, los justos serán resguardados por el ministerio de los santos ángeles; pero no habrá seguridad para el transgresor de la ley de Dios. Los ángeles no podrán entonces proteger a los que estén menospreciando uno de los preceptos divinos.» (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, p. 231).

¿Por qué debemos luchar contra los numerosos intentos de debilitar la autoridad del libro, especialmente negando la historicidad de sus primeros once capítulos?

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