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Lección 5 – Las naciones: Segunda parte – Sábado 03 de Mayo 2025

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Lección 5 – Las naciones: Segunda parte – Sábado 03 de Mayo 2025

Sábado, Abril 26
Las naciones: Segunda parte

Lee para el estudio de esta semana:
Génesis 2:9-17; Daniel 2:31-35; Isaías 17:12, 13; Daniel 7:1-3; Romanos 3:10-19; Apocalipsis 12:15, 16; Apocalipsis 10:1-11.

Para memorizar:
«Estén quietos, y conozcan que Yo Soy Dios. Exaltado seré entre las naciones, enaltecido seré en la tierra» (Sal. 46:10).

A lo largo de los siglos, algunas personas han sostenido que Dios deseaba que la humanidad cayera en pecado y muriera, lo que finalmente lo llevaría, en la persona de Jesús, a la cruz. Después de todo, ¿qué mejor forma tenía Dios de demostrar la profundidad de su amor por la humanidad que muriendo en la cruz por ellos? En resumen, según este razonamiento, Dios necesitaba que la humanidad cayera.

Esto es algo que lógicamente se pensaría cuando no se entienden las leyes de Dios. Ideales como estos partieron de creencias erradas, como el hecho de que no se necesita obedecer la ley de Dios para vivir inmortalmente. Quiera el rebelde corazón humano aceptarlo o no, la vida está atada a la ley de Dios. No existe vida sin esa ley. Se puede lanzar epítetos difamantes contra ella, pero seguirá diciéndote que la desobediencia a ella ¡quita la inmortalidad! La obediencia a la ley manifiesta libertad total y elección para quien entiende, porque esta tiene la vida. Por una razón como esa Jesús tuvo que dar su vida: para que el hombre tuviera acceso a esa ley siempre y recuperara lo que perdió por desobedecerla. La libertad solo se basa en la inteligencia y la sabiduría, pues da lugar a la elección de servicio voluntario. Este acto libre se llama amor.

Esta semana seguiremos examinando los problemas causados por la Caída y por el deseo humano de establecer gobiernos terrenales en lugar del divino. Estos temas son poderosamente presentados en el libro de Daniel, donde se muestra que Dios estaba en lo cierto cuando advirtió a su pueblo acerca de lo que sucedería cuando se apartaran de Él y eligieran monarcas terrenales en su lugar. Eso fue exactamente lo que obtuvieron: monarcas terrenales en lugar de Dios, y pecadores enseñoreándose de pecadores, algo que nunca fue una buena combinación. La mala costumbre de creerse ya salvados, como los fariseos y saduceos, trae estos resultados funestos, olvidando que son pecadores, y peores que aquellos que, como el publicano, no se creen salvados aún, por lo humildes que son. “El que persevere hasta el fin, este será salvo” (Mt. 24:13). En el mundo no hay un solo justo (Ro. 3:10); solo somos justificados por la verdad de Jesús, nada más. Mientras estamos en vida, nadie puede atribuirse ya no ser pecador, es decir, estar ya salvo. Pablo mismo decía: “si en alguna manera alcanzase yo a la resurrección”, “no que ya sea perfecto”, “prosigo al blanco”, “si retrocediera, no agradará a mi alma”. Juan declaraba: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida eterna” (Ap. 2:10). Así, esta mala idea de creerse algunos —e incluso cristianos que dicen ser nacidos de nuevo—, increíblemente los lleva a buscar dominar sobre sus hermanos creyéndose salvos, cuando sus vidas son de transgresores de la ley de Dios. Muchos matan a la ley para que no se descubran las inmundicias de sus vidas. El publicano, porque ama la ley, declara: “Sé propicio a mí, pecador”.

Los imperios, al no querer sujetarse a la ley de Dios, se dedicaron a hacer sus propias leyes, donde el pecado no fuera pecado. Era, obviamente, Satanás quien los gobernaba por odiar la ley de amor y vida. Daniel, por ejemplo, presentó a Babilonia cayendo por eso, luego a Persia, Grecia y Roma, los diez reinos bárbaros, el papado, Napoleón y Hitler, quienes no pudieron unificar los reinos en uno, como el barro no se mezcla con el hierro. Finalmente, la misma suerte correrán las alianzas humanas: la ONU, organismos supranacionales, el Foro de Davos, el papado y los Estados Unidos, según la profecía, cuando rechacen abiertamente la ley de Dios aplicando su ley dominical. Solo triunfarán los obedientes a los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, quienes estarán sobre el monte Sion. Solo los que amen la ley y se esfuercen por obedecerla toda se salvarán, porque armonizan con el gobierno de Dios.

Domingo, Abril 27
El primer mandamiento

El Jardín del Edén era un aula para el primer pueblo de Dios, un lugar donde su interacción con la Creación les enseñaría sin cesar a ellos y a su descendencia más acerca del Creador. «La santa pareja eran no solo hijos bajo el cuidado paternal de Dios, sino también estudiantes que recibían instrucción de parte del omnisciente Creador. […] Los misterios del universo visible, “las maravillas del que es perfecto en sabiduría” (Job 37:16), les suministraban una fuente inagotable de instrucción y placer», señaló Elena G. de White (Patriarcas y profetas, p. 30).

Lee Génesis 2:9 al 17. ¿Cuál fue el primer mandato que Dios dio a la humanidad y por qué era tan importante?
El verbo hebreo tsavah (“mandar”) aparece por primera vez en la Biblia como parte de la orden dada por Dios a los seres humanos de no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal (Gén. 2:16, 17). ¿Cómo es posible que el conocimiento esté prohibido? ¿No es siempre útil experimentar y saber más? Dios era el Maestro por ser el Creador. Satanás inventó su propio conocimiento ilógico, sin sentido, pero con apariencia de verdad. Adán y Eva creían en Dios porque no podían negarlo, ya que estaba ahí. El diablo también creía en Dios, y negarlo era difícil. No era la creencia lo que los salvaba, sino que debían obedecer los mandamientos de Dios y seguir sus enseñanzas para permanecer inmortales. Dios pretendía educar a su pueblo cabalmente y evitarle el sufrimiento que algunos conocimientos le causarían a largo plazo.

Milenios después, cuando Israel pidió un rey, el Señor expuso las consecuencias de ello (como descubrimos la semana pasada) e informó a su pueblo que la decisión de alejarse de su gobierno directo duraría hasta el fin de los tiempos.

A medida que los reyes de Israel se volvieron cada vez más malvados, el pueblo del pacto se volvió tan mundano por dejar la ley de Dios. El libro de Daniel fue escrito en ese escenario de rebelión contra la ley de Dios, aun de parte de su propio pueblo, que se enorgullecía de tener la ley de Dios, pero llamaba “legalismo” a obedecerla para salvarse, y prefería querer ganar el cielo con su circuncisión.

Acercarse al libro de Daniel con este trasfondo en mente puede ser esclarecedor. La sucesión de los imperios descrita en las visiones del libro es más que un reproche dirigido a “las naciones” paganas. Es también una amonestación dirigida a Israel por su negativa a obedecer sus mandamientos (ver Gén. 2:16).

Reflexiona sobre los tipos de conocimiento que, incluso hoy, sería mejor no tener. Todo aquello que no venga de la Biblia y que los llamados sabios utilizan —y los científicos, e incluso pastores de diversas iglesias, y aun del pueblo de Dios— para desviarnos de la verdad presente del evangelio eterno del tercer ángel. ¿Cómo nos ayuda esto a entender el mandato divino dado a Adán y a Eva en el Edén en relación con el árbol del conocimiento del bien y del mal?

 

Lunes, Abril 28
Daniel 2

Dios presentó las descripciones más convincentes acerca de la relación entre su pueblo y los reinos de este mundo durante el cautiverio en Babilonia, y lo hizo por medio del profeta Daniel. Su pueblo ya no era autónomo y ahora cosecharía las consecuencias de sus elecciones. ¿Aprenderían, al menos, de ellas? Dios había declarado que en 70 años serían librados de la esclavitud de Babilonia con el fin de que estudiaran las profecías durante la deportación.

Lee Daniel 2:31 al 35, donde se ofrece una visión panorámica de la historia del mundo hasta el fin de los tiempos.
¿Qué importantes verdades podemos aprender de esta asombrosa profecía?

A finales del siglo XIX, muchas personas mostraban una renovada confianza en el progreso humano. La Exposición Universal de París (1900), por ejemplo, fue una notable exhibición de optimismo acerca del futuro. Seguramente, con todos esos avances tecnológicos y científicos, muchos de los peores problemas de la humanidad llegarían a su fin. A medida que la humanidad se adentraba en el siglo XX, cundía entre muchos pensadores el optimismo de que los ideales de la Ilustración (como la perfectibilidad humana y el poder de la razón) marcarían el comienzo de una nueva y maravillosa era para la humanidad.

Sin embargo, la Primera Guerra Mundial acabó rápidamente con esos sueños, mientras que a finales del siglo XX habíamos perdido más de 200 millones de personas a causa de la guerra. Sin duda, fue la llamada tecnología, la ciencia y la razón las que mataron a millones. Se demostró para siempre que estas cosas debían ser supeditadas lo antes posible al conocimiento y la sabiduría reales, basadas en los principios morales de la Biblia. El cristianismo tuvo un gran auge a causa de estas guerras, que mostraron que sus ideales eran superiores al buscar la evangelización antes que la conquista bruta.

Daniel 2 sigue un patrón de devaluación progresiva, que va de lo más valioso a lo de menos valor: del oro al barro, como hemos visto antes.

Charles Darwin, Karl Marx y otros pensadores del siglo XIX intentaron convencernos de que la humanidad progresa constantemente, que estamos evolucionando biológica y socialmente, cosa que nunca pasó. Las ideas de estos hombres son recogidas hoy por alianzas y organismos supranacionales como la ONU, el Foro de Davos, el catolicismo romano y el protestantismo moderno en su mayoría. Ellos proclaman un reino de paz y seguridad basado en los ideales de falsos cristos, como Bahá’u’lláh, hasta los últimos como Iuri Tais, Maitreya y muchos más, de los que Cristo advirtió. Pero en lugar de eso, Jesús dijo: «Oirán guerras y rumores de guerras. ¡Cuidado! No se alarmen. Esto tiene que suceder, pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino. Y habrá pestes, hambres y terremotos en diversos lugares» (Mat. 24:6, 7).

Jesús dejó estas profecías en un mundo turbulento, como Babilonia, donde nos hallamos hoy cautivos, para que por lo menos así estudiemos las profecías y aprendamos.

¿Cómo debería confortarnos el hecho de haber sido advertidos de antemano acerca de estos eventos?
Aunque no muchos los han oído ni les dejan oír en las iglesias, aun del pueblo de Dios. Hombres impíos se han levantado por la codicia del dinero y solo hablan de lo que ellos han inventado para engañar, en nombre de un “amor” que no tiene nada que ver con el amor de Jesús, que todos sabemos que son sus profecías.

Martes, Abril 29
Daniel 7

El sueño de Daniel 2 fue presentado a un rey babilonio. La visión de Daniel 7, en cambio, fue mostrada a un profeta hebreo, miembro del pueblo que hizo pacto con Dios.

A Daniel se le muestra el mismo tema que a Nabucodonosor, pero desde una perspectiva diferente. En lugar de una estatua, ve una serie de naciones que surgen del mar como resultado del viento que agita las aguas (Sal. 65:5–8; Isa. 17:12, 13; Jer. 46:7, 8).

Lee Daniel 7:1 al 3. Hay mucho movimiento en esta escena.
¿Qué lecciones podemos extraer de estas imágenes, como la de la primera bestia que emerge del mar?

Dios mostró a Daniel que las naciones que se gobernaban sin la ley de Dios como base de la vida eterna terminaban exterminándose como animales sin sentido ni discernimiento. Ahora el pueblo de Judá debía aprender que solo en la ley de Dios había seguridad. Debían aceptarla con el don de Dios del perdón del pecado y la obediencia a la ley para ser felices.

Se le mostró cómo Babilonia caería por no someterse a la ley de Dios y seguir ídolos. Persia caería por la misma razón, y Grecia y Roma empeorarían, ya que de ella se levantaría un cuerno pequeño, atrevido y blasfemo, que fue el papado, el cual atacó la ley de Dios abiertamente y osadamente, cambiando el sábado por el domingo, día del sol, poniéndolo como su marca contraria a la de Dios, que es el sábado, sabiendo cuál será su final por esto.

Este poder se atrevió a atacar al pueblo fiel de Dios, defensor de la ley y las profecías, que exalta así la fe dada a los santos, destruyéndolos, como a los valdenses, albigenses, hugonotes, reformadores y protestantes, y dominando por tres y medio tiempos (1260 años), desde el 538 d.C. hasta 1798 d.C., cayendo finalmente en manos de Napoleón Bonaparte, quien se llevó preso a Pío VI, mostrando que Dios siempre prevalece y que los que dejan la ley de Dios finalmente caen.

Más adelante, en Apocalipsis se verá que este poder volverá a levantarse para recibir su justo castigo, pero que por el olvido del mundo y aun de su propio pueblo, Dios le permitirá repetir sus acciones en un corto tiempo, recordando por qué será castigado, para que no se confunda la justicia de Dios sobre él (Ap. 13:1–7; 14:9–11).

Miércoles, Abril 30
Entre la tierra y el mar

Las imágenes de la tierra y el mar que aparecen en la Biblia, especialmente en las profecías, pueden ser muy instructivas. Las imágenes del mar le son presentadas en la profecía a Daniel cuando emergían del mar turbulento las naciones de Babilonia, Persia, Grecia y Roma, hasta el papado, que en Apocalipsis 13:1-10 se ve emergiendo del mar. Todas estas naciones surgieron en el Viejo Mundo, lo que deja en claro a qué lugar representan las aguas turbulentas. Por otro lado, se presenta la imagen de la tierra, de donde sube otro poder que no es del Viejo Mundo, sino de América, mostrándose que la tierra es símbolo de un lugar que no se halla en caos por los combates de potencias acostumbradas al desorden.

Lee Apocalipsis 12:15 y 16, y Apocalipsis 13:1 y 11, sobre la base de la idea anterior. Observa la vinculación existente entre el agua y la tierra. ¿Cómo se utilizan ambos símbolos y qué pueden enseñarnos acerca de cómo entender la profecía?

Observa que el dragón utiliza el agua para perseguir a la mujer (la iglesia, símbolo de cuando el papado intentó con la Inquisición destruir a la iglesia). El papado hizo alianza con el dragón (Apoc. 13:4), y por eso se ve la serpiente o dragón persiguiendo al pueblo de Dios. La tierra, por su parte, abrió su boca para tragarse el río de persecución o Inquisición de Roma, como en tiempo de Moisés, cuando fue difamado por Coré, Datán y Abiram, y la tierra se tragó la persecución de estos perversos. América representa a la tierra que ayudó a la iglesia perseguida, frenando en sus territorios la Inquisición con su independencia.
Además, los adventistas del séptimo día hemos entendido así Apocalipsis 12:16.

Por desgracia, esta bestia semejante a un cordero hablará un día «como un dragón». Los Estados Unidos han sido una nación de refugio para el pueblo perseguido protestante de Dios, como un oasis semejante a la tierra prometida. Pero, así como los hijos de Israel fallaron en expulsar a los paganos de Canaán, esta nación ha permitido que la idolatría tome lugar otra vez en ella: el espiritismo y las ideas ateas, por causa de los dirigentes de las iglesias, que no debieron dejar de lado la ley de Dios y su profecía. La mayoría de las iglesias se han alineado con el papado, quien cambió los tiempos y la ley de Dios (Dan. 7:25), y han apoyado la idea del domingo como día de reposo (Apoc. 13:11). Al dejar así la ley de Dios, han quedado sin la protección divina, como las demás naciones del mundo.
Pronto, Estados Unidos, durante tanto tiempo un faro de libertad religiosa para los perseguidos, ¡se convertirá en el perseguidor religioso dominante! Increíblemente, porque preferirá rechazar la ley de Dios y establecer el domingo como su día de reposo y prosperidad. Cuando, en realidad, Dios declaró que si guardaban sus días de reposo serían multiplicados y bendecidos más que las demás naciones que adoraban al sol guardando el domingo. Cuando esta nación implante el domingo, persiguiendo y asesinando a los fieles, entonces la apostasía nacional traerá una ruina jamás vista, quedando en el caos y la destrucción. Satanás entonces la destruirá, no dejando nada de ella. Y como las demás naciones la habrán apoyado en esta idea, todas pagarán con la destrucción al fin del mundo.

Este es otro ejemplo de lo que sucede cuando la humanidad elige gobernarse a sí misma en lugar de ser gobernada por Dios.

Jueves, Mayo 01
Profetizar de nuevo

Según la profecía bíblica, el remanente de Dios surgiría en América con los mandamientos de Dios como base y el testimonio de Jesús como guía (Apoc. 12:14-17). Su misión era la de anunciar al mundo el mensaje de que la hora del juicio había llegado (Dan. 8:14), y la bienaventuranza de Apocalipsis se cumpliría en los fieles de allí en adelante (Apoc. 1:3). La iglesia remanente nació en el Nuevo Mundo, precisamente donde hallaron refugio quienes buscaban libertad religiosa durante los siglos XVII y XVIII.

Lee Apocalipsis 10:1 al 11, donde se describe el nacimiento de este movimiento. ¿Qué mensajes encuentras allí?

El ángel clama a gran voz, como lo hacen los tres ángeles de Apocalipsis 14 y el ángel de Apocalipsis 18.
El ángel sostiene un «librito», del cual anuncia su mensaje, que primero es dulce como la miel y luego se amarga en su vientre. De hecho, esto muestra que el librito del cual predica es Daniel, donde se habla de la purificación del santuario, que se cumplió al final de los 2.300 años, en 1844 d.C., cuando comenzaba el juicio en el cielo y se cumplía el mensaje del primer ángel que llamaba al mundo a temer a Dios, darle gloria y adorarlo (Apoc. 14:6, 7). Los primeros creyentes del advenimiento pensaron que era el fin del mundo, por haber creído en la tradición que declaraba que la tierra era el santuario y el fuego la purificación. Por esta razón vino el chasco: el mensaje parecía dulce como miel, pero se amargó cuando Jesús no vino (Apoc. 10:11).

El ángel predica entre la tierra y el mar. La tierra es América, y el mar, el Viejo Mundo. Es decir, que el mensaje va por tierra y mar anunciando la verdad rápidamente, extendiéndose por todas las emisoras de la tierra. El ángel clama como cuando un león ruge (Apoc. 10:1-5). Clamar como león es predicar la profecía (Amós 3:6-8). Este mensaje debía ser nuevamente proclamado después del chasco (Apoc. 10:11). Es decir, las profecías de Daniel y Apocalipsis debían volver a ser anunciadas después de esta fecha de 1844. Ese mensaje finalizaría cuando se tocara la séptima trompeta (Apoc. 10:7), después de que Jesús entró en el lugar santísimo del cielo (Apoc. 11:18, 19). Desde entonces, el evangelio de las profecías de Daniel y Apocalipsis será terminado de predicar al mundo, y entonces llegará el fin del mundo, cuando las naciones se desaten en la guerra final al soltarse los cuatro vientos (Apoc. 11:18; Apoc. 9:13-15), cuando el sello de Dios haya sido anunciado al mundo entero para que los hombres decidan si quieren o no salvarse (Apoc. 7:1-4). Así se profetiza otra vez a todas las naciones (Apoc. 14:7).

Nuestro mandato como iglesia es predicar el evangelio «en todo el mundo, por testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin» (Mat. 24:14).
Y será establecido el reino eterno de Dios, donde el pecado, el sufrimiento, la enfermedad, el mal y la muerte no volverán a surgir.

Observa la exactitud con que las profecías de Daniel 2 y 7 predijeron el surgimiento y la caída de todos estos imperios mundiales. ¿Por qué esa exactitud, asombrosa si pensamos en la época en que se escribió Daniel, debería ayudarnos a confiar en la promesa del reino final y eterno de Dios?

Viernes, Mayo 02
Para estudiar y meditar

Lee el capítulo titulado «La torre de Babel» en las páginas 97 a 102 del libro Patriarcas y profetas, de Elena G. de White.

«“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían pasado” (Apoc. 21:1). El fuego que consume a los impíos purifica la tierra. Desaparece todo rastro de la maldición. Ningún infierno que arda eternamente recordará a los redimidos las terribles consecuencias del pecado.

»Solo queda un recuerdo: nuestro Redentor llevará siempre las señales de su crucifixión. En su cabeza herida, en su costado, en sus manos y en sus pies se ven las únicas huellas de la obra cruel efectuada por el pecado. El profeta, al contemplar a Cristo en su gloria, dice: “Su resplandor es como la luz. Rayos brillantes salen de su mano; allí está escondido su poder” (Hab. 3:4). En sus manos, y su costado herido, de donde manó el torrente carmesí que reconcilió al hombre con Dios, allí está la gloria del Salvador, “allí está escondido su poder”. “Poderoso para salvar” por el sacrificio de la redención, fue, por consiguiente, fuerte para ejecutar la justicia para con aquellos que despreciaron la misericordia de Dios. Y las marcas de su humillación son su mayor honor; a través de las edades eternas, las llagas del Calvario proclamarán su alabanza y declararán su poder» (Elena G. de White, El conflicto de los siglos, pp. 653-654).

Preguntas para dialogar:

Finalmente, todos los logros terrenales, no importa cuán grandiosos, asombrosos y gloriosos sean, se convertirán en polvo para siempre. Eso incluye cualquier cosa terrenal que hayas logrado. ¿Por qué es importante tener siempre presente esta perspectiva? ¿Cómo debería ella ayudarte a mantener claras tus prioridades?

¿Cómo podemos los adventistas lograr el equilibrio entre seguir al Señor y obedecer las leyes de la nación donde vivimos? ¿Qué sucede cuando obedecer a uno implica desobedecer al otro?

 

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